05-07-2010 / Fue gobernador del Chaco y hoy es vicepresidente primero de la Unión Cívica Radical. Reivindica el rol de aquellos que se quedaron en el partido en los peores momentos, milita en la línea de Ricardo Alfonsín –a quien ve como presidenciable– pero al mismo tiempo le exige más actividad a Julio Cobos.

Ángel Rozas.
El vicepresidente primero de la UCR y ex gobernador del Chaco habló con Buenos Aires Económico acerca de los desafíos que encara su partido hacía el 2001. El chaqueño, que apoya la candidatura de Ricardo Alfonsín y forma parte del la nueva línea interna –Movimiento de Renovación Nacional– que el hijo del ex presidente lanzó la semana pasada para enfrentar a Julio Cobos, asegura, sin embargo, tener muy buena relación con el vicepresidente
–¿Por qué usted, como una de la autoridades máximas del partido, decidió apoyar la candidatura de Alfonsín a diferencia de Ernesto Sanz, que se mantiene imparcial?
–Yo ya pertenecía a este sector desde antes de que apareciera Ricardo como candidato. Aquí estamos los que cuando se produjo la debacle de la Unión Cívica Radical decidimos quedarnos en el partido para preservar los valores, entendiendo siempre que el partido se tenía que reconstruir y volver a ser una alternativa. Yo llegué al cargo de vicepresidente primero de la UCR representando a este sector de amigos, hoy me toca representar a todos los radicales y desde luego que lo hago respetándolos. Yo tengo una buena relación personal y política con Julio Cobos, creo que puede ser un gran precandidato a presidente como lo creo de Ricardo Alfonsín, y el hecho de que esté representando a este sector de ningún modo significa la descalificación hacia ninguno de mis correligionarios.
–¿Usted es de los que piensan que Julio Cobos debería renunciar a la vicepresidencia?
–No. Yo soy de los pocos radicales que cree que Cobos no debe renunciar, debe estar en su cargo hasta el 10 de diciembre de 2011, aunque creo que debería salir a militar como precandidato a presidente; tiene que visitar más los comités del radicalismo porque me parece que tiene todo el derecho del mundo a participar como ciudadano en el partido al que perteneció históricamente.
–¿Y cómo se hace para compatibilizar su rol de vicepresidente y salir a hacer campaña?
–Él es un vicepresidente que no puede renunciar porque esta en contra de las políticas, fundamentalmente las confrontativas que ha caracterizado a este gobierno. Cobos cree en el diálogo, en las instituciones. Creo que él ya demostró a la sociedad las marcadas diferencias que tiene con este gobierno y a esta altura de las circunstancias no veo incompatible que siga como vicepresidente y que al mismo tiempo salga a hacer campaña.
–Desde el nuevo sector que lidera Alfonsín, y del cual usted es parte, apuntan que son ustedes los que representan las ideas del progresismo dentro del radicalismo, ¿El cobismo qué representa?
–Más que marcar diferencias con el cobismo a mí me gustaría decir algunas cosas que tienen que ver con los objetivos, con las pautas que tiene que tener todo el radicalismo si quiere ser alternativa de poder.
–¿Cuáles son esas pautas?
–Este partido se tiene que modernizar, tiene que actualizar sus propuestas. Evidentemente el mundo ha cambiado, la Argentina ha cambiado y las demandas de la gente lógicamente también cambian día a día. A nosotros nos identifica claramente la corriente socialdemócrata con mayor nitidez que al otro sector, lo que no quiere decir que el cobismo tenga una visión muy diferente de la nuestra, pero creo que nosotros representamos cabalmente la postura del progresismo.
–¿Cuál es su fórmula o sus fórmulas presidenciales para el 2011?
–A mí me gusta Ricardo Alfonsín para presidente, creo que es un dirigente que ha generado un volumen y una estatura política propia, más allá de llevar un apellido tan ilustre como el de Alfonsín. Además creo que la gente lo está midiendo por algunas cualidades y condiciones muy personales y creo que Ricardo representa hoy al político moderno, sensato, buscador permanente de consensos. Ricardo no tiene enemigos políticos ni dentro ni fuera del radicalismo y eso es casi una novedad en el arco político argentino actual. Creo que el sentido humanista y profundamente progresista lo diferencia completamente de muchos otros correligionarios.
–¿A qué atribuye el resurgimiento del radicalismo?
–Creo que como en cualquier contienda electoral nunca hay una sola causa por la que se gana y una sola causa por la que se pierde. Del mismo modo pienso que al radicalismo –que venía de una debacle tan extraordinaria– tampoco se le puede atribuir a una sola causa su resurgimiento y consolidación. Cuando los argentinos necesitaron de las instituciones, dirigentes como Gerardo Morales o Ernesto Sanz y hasta el propio Oscar Aguad en Diputados llevaron a cabo acciones muy valoradas por la sociedad. La gente vislumbró claramente que cuando el Congreso tenía que ponerse a funcionar fueron los radicales los que se pusieron al hombro esa tarea; creo que a eso ayudó también el voto no positivo de Julio Cobos. Y desde ya que la dolorosa pérdida de Raúl Alfonsín también contribuyó a rememorar los mejores tiempos del radicalismo, los valores democráticos, la lucha por los derechos humanos.
–¿Cuáles son sus críticas a este Gobierno?
–Me parece que éste es populista, que a pesar de tener algunos signos de progresismo no lo es porque no respeta las instituciones. Un gobierno no puede decirse jamás progresista si no respeta las leyes y las instituciones. Creo que éste es uno de los problemas más graves que va generando este gobierno, sobre todo hacia adelante. También creo que ha sabido mantener equilibrios de crecimiento, pero lo más grave es que no avanza en las políticas de Estado de mediano plazo. Es un gobierno activo, no se puede negar, y la novedad es que va a tener que irse con una economía en crecimiento.
–¿Alguna iniciativa para destacar?
–Yo no soy de los que piensan que hacen todo mal y de criticar por ser solamente oposición. Hacen algunas cosas bien y otras no. En el conflicto con el campo se equivocaron, entraron en una lucha despiadada innecesaria. Ahora, tampoco se puede negar que éste es un gobierno que intenta mejorar algunas deudas sociales, lo que pasa es que lo hace sin metodología democrática.
–¿Y cuál es su opinión acerca de la política de derechos humanos?
–Se han ocupado bastante bien en términos generales del tema, lo que sí creo es que sobreactúan en la cuestión por marketing político. Es un error negar lo que hizo Raúl Alfonsín en derechos humanos y tanta gente más que ha luchado por las mismas causas. El problema es que los Kirchner pretenden quedarse con el trofeo de los defensores de los derechos humanos.
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