PHOENIX, Arizona (De una enviada especial).- Los argentinos que residen en la frontera caliente de Arizona conocen muy bien al alguacil Joe Arpaio. "Ha vivido en la Argentina y suele hablar muy bien de Buenos Aires", dicen. Pero no por eso dejan de temer al famoso policía.
"La verdad es que el tipo es incontrolable. Ha hecho de la cacería de inmigrantes su mejor marketing político", afirma Marcelo, un cordobés de 31 años que llegó aquí hace dos años y, cuando menos lo pensaba, decidió prolongar la estancia más allá de lo que decía su visa.
"No es nada lindo vivir así, a la sombra. Y ahora, encima, con el miedo de que te pesquen por cualquier tontería. Están como locos, cazando gente", dice. Pero se queda porque "en la medida en que pasa el tiempo vas haciendo una nueva vida".
No son muchos los argentinos por aquí. "Calculo que seremos unos 5000", dice a LA NACION Stella Paolini, una periodista y conductora radial que hace más de 30 años reside en Phoenix. De hecho, a diferencia de lo que ocurre en otras latitudes, no hay aquí punto espontáneo de encuentro de argentinos. "La excepción podría ser un restaurante en el que a veces nos encontramos", dice Marcelo.
En el restaurante se habla de quienes se fueron. "Tengo una familia amiga que acaba de levantar campamento y se fue para Texas. Estaban muertos de miedo", relata Carlos, otro cordobés que se acerca a la charla.
"No son buenos tiempos, pero, aunque es feo decirlo, el hecho de que la mayoría de nosotros tiene menos componente aborigen ayuda bastante", añade, en alusión a la creencia de que la población de origen mexicano es la más expuesta.
"Hace una semana se fueron unos argentinos que conocí. Estaban asustados por lo que podría pasar", sostiene Stella. Todo el mundo parece conocer a alguien en la misma situación. O que lo está pensando. De todos modos, no son muchos los que se van lejos. Algunos apuestan por quedarse cerca, hasta que "aclare".
La mira cae otra vez sobre Arpaio, el policía que ha montado una cárcel de carpas para encerrar inmigrantes. "Pensar que yo mismo lo escuché hablar bien de los argentinos y ahora... ¡los persigue!", dice Marcelo. El jefe policial de Maricopa vivió en nuestro país hace décadas, cuando trabajó para la oficina de Buenos Aires de la Agencia Antidroga de Estados Unidos (DEA). Sus colaboradores dicen quele quedó un excelente recuerdo del bife de chorizo y fel teatro Colón.
0 comentarios:
Publicar un comentario