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El Gobierno resucita la ley de libertad religiosa para desviar la atención de los problemas que no puede solucionar

El presidente del Gobierno, José Luís Rodríguez Zapatero, ha decidido aparcar la ley de libertad religiosa que tiene entre manos. A pesar de que la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, anunció la reforma para este junio, Zapatero ha decidido rectificar para centrarse en otros aspectos, y es que la agenda del presidente español hecha humo.
La ley es una de los objetivos para esta legislatura del PSOE. Por ello, los ministerios de la Presidencia y de Justicia llevan trabajando desde el 2009 en la elaboración del anteproyecto de reforma de la actual normativa, que data de 1980.
Con el anuncio, hecho justamente (¿y casualmente?) un día después del encuentro del representante español con el Papa Benedicto XVI, Zapatero vuelve a demostrar una vez más sus habilidades cortoplacistas y sigue sin entender que las propuestas arriesgadas y precipitadas le acaban saliendo siempre mal.
El presidente del Gobierno procuró visitar al Papa antes de la finalización de la presidencia española en la Unión Europea para conferirle relieve a su paso por la UE y dejar entrever su talante abierto y de consenso con todo el mundo. Tras sus buenas palabras en el Vaticano, el político socialista ya dio pistas al admitir que la ley no se aplicaría a corto plazo. De esta forma, los socialistas rompen el compromiso anunciado meses atrás de que para este verano la propuesta estaría caminando. La conclusión es que la visita al Santo Padre estaba dirigida de cara a la galería: para el mundo entero y para el público español.
Un cierre de año difícil
Y es que Zapatero se ha dado cuenta de que le queda una segunda parte de año difícil. En septiembre le espera la aprobación de una impopular reforma laboral que deberá presentar posteriormente en Bruselas, además debe convencer a los mercados internacionales que presten dinero a los bancos españoles duramente golpeados en el mercado internacional por la falta de credibilidad financiera que proyecta España. Pero por si eso no fuera suficiente, el Gobierno deberá gestionar los presupuestos del estado que están colgados de un hilo, también deberán de contemplar el resto de reformas pendientes en un contexto de desconfianza general. Y claro, no hay que olvidar, la huelga general que se vislumbra para septiembre.
No suficiente con esa cola que no acaba de filtrarse por el cuello de botella que parece haber provocado este gobierno, también se espera cambios en el Ejecutivo y saltos en los nombres de los titulares de las carteras ministeriales. Además, Zapatero no puede dejar de mirar de reojo a su partido, donde ya se oyen voces que sugieren un cambio de aires que afecte a algo más que los ministros. Es evidente que con un panorama tan exigente no tiene cabida la ley de libertad religiosa.
El País: la polémica está servida
Eso sí, Zapatero sabe que una parte de sus votantes vibran cuando el Gobierno golpea a la Iglesia católica, por ello se ha valido de sus voceros oficiales para levantar nuevas cortinas de humo que desvíen por enésima vez los verdaderos problemas que sacuden a España. Esos canales de publicidad política no son otros que El País (cosmopolita el uno) y Público (proletario el otro) que desde sus zurdas posiciones crean polémicas donde no las hay para que donde las hay, se destruyan.
El País divulga en su edición del 13 de junio, un artículo titulado ‘Ni crucifijos ni funerales católicos’ en el que abunda sobre una polémica que ha zanjado el Gobierno cuando da por aplazada la reforma. El País aborda las líneas maestras del borrador de la reforma y detalla pormenorizadamente las consecuencias que provocará en la sociedad civil. Sin embargo, lo más probable es que la propuesta no se lleve a la cámara hasta finales de año por lo que tiene una difícil salida para este 2010. Por lo tanto, El País, inicia una campaña para acabar diciendo lo que se había dicho: que la ley queda aplazada.
Por otro lado, cabe suponer que la aprobación de esta ley Zapatero se la reserva para hacerla servir en el 2011 e intentar generar entonces un conflicto y una nueva cortina de humo que aparte la atención de la opinión pública de la caída económica que se prevé.
El mecanismo de este Gobierno ha sido siempre el mismo, y ya no sorprende. Lo sucedido estos días es un nuevo globo sonda para desviar la atención de los verdaderos problemas que afectan al país. Los diarios que se prestan a estar al servicio de los socialistas también están aficionados a realizar este tipo de argucias.
Por lo tanto, cabe poner el dedo en la verdadera cuestión: mientras que la mayoría de gobiernos europeos están centrados en los graves problemas derivados de la crisis que afectan a sus países, el gobierno español crea nuevos problemas que no pretende solucionar para desviar la atención de los que realmente sí habría que solucionar, y urgentemente.
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